Una de las frases que más escucho en mis cursos es: “Siento que me falta intuición para leer el Tarot.”
Y lo entiendo, porque durante mucho tiempo nos hicieron creer que la intuición es algo con lo que se nace, un don especial, algo misterioso que, si no tenés, no podés aprender Tarot de verdad.
Pero eso no puede estar más alejado de la verdad. La intuición no es un privilegio, es una capacidad que todas tenemos, solo que a algunas nos la apagaron antes, nos enseñaron a desconfiar de nuestras sensaciones, a buscar siempre una explicación lógica, a dudar de lo que sentimos.
Por eso, el Tarot puede ser una herramienta preciosa para reconectar con esa voz interna que siempre estuvo ahí, esperando ser escuchada.
No es que el Tarot “despierta” tu intuición como por arte de magia. Lo que hace es ofrecerte un espacio simbólico, seguro, íntimo, para empezar a practicar, porque cada carta es una imagen cargada de significados… pero también de emociones, resonancias, recuerdos, sensaciones, y es ahí donde empieza el trabajo intuitivo.
Te comparto algunas formas en las que podés ir entrenando tu intuición con las cartas:
Sacá una carta sin preguntar nada, solo para sentir.
Mirála sin buscar su significado, observá qué te llama la atención primero: ¿un color? ¿un personaje? ¿una expresión? Anotá lo que te genera, aunque no tenga “sentido”.
Hacé el ejercicio de responder una pregunta solo desde lo que ves en la imagen.
No pienses en qué significa la carta según los libros. Mejor preguntate: si esto fuera una escena de una película, ¿qué está pasando acá? ¿Qué energía transmite? ¿Qué rol tiene cada figura?
Después de hacer el ejercicio anterior, buscá el significado tradicional.
Leelo y comparalo con lo que vos intuiste. No para ver si “acertaste”, sino para ampliar la mirada, de esta manera vas creando tu propia conexión entre el conocimiento y la percepción.
Practicá con cartas invertidas.
Aunque no leas en invertidas, podés girar una carta al azar y preguntarte: ¿cómo cambia la energía así? ¿Qué se oculta? ¿Qué se potencia? Eso estimula tu percepción simbólica.
Y sobre todo: no te juzgues.
La intuición no grita, susurra. Y si estás muy pendiente de hacerlo bien, probablemente no la escuches. Necesitás espacio interno, confianza, paciencia. Y todo eso se entrena, como un músculo.
Desarrollar tu intuición con el Tarot no es un camino separado del estudio, es parte de lo mismo. Cuanto más conocés las cartas, más segura te sentís. Y cuanto más segura te sentís, más espacio le das a tu voz interna para expresarse. Es un ida y vuelta, una danza entre lo aprendido y lo sentido.
Así que si sentís que no sos intuitiva, no te preocupes. Estás aprendiendo. Estás practicando. Estás recordando algo que siempre fue tuyo.
Y el Tarot, si lo dejás, te va a ayudar a escucharte de nuevo.
Con todo el amor ✨, Rom.