Perséfone en el Tarot: el viaje entre La Sacerdotisa y La Emperatriz

Uno de los mitos más profundos y conmovedores del mundo antiguo es el de Perséfone, hija de Deméter, y su descenso al inframundo. Esta historia, cargada de simbolismo, ha sido interpretada durante siglos como un relato de iniciación, transformación y poder femenino. Hoy quiero explorarlo desde la mirada del Tarot, y cómo este mito puede ayudarnos a entender la conexión entre dos arcanos mayores fundamentales: La Sacerdotisa y La Emperatriz.

El mito de Perséfone: descenso, separación y retorno

Perséfone (también conocida como Kore) era una joven doncella, hija de Deméter, diosa de la fertilidad y la agricultura. Un día, mientras recogía flores, la tierra se abrió y emergió Hades, dios del inframundo, quien la raptó y se la llevó a su reino oculto para convertirla en su esposa.

Deméter, al enterarse de la desaparición de su hija, cayó en un profundo duelo. Abandonó sus deberes como diosa, y la tierra se volvió estéril. Nada florecía, las cosechas morían, y los humanos comenzaban a sufrir hambre. La naturaleza misma parecía haberse detenido. Finalmente, los dioses del Olimpo intervinieron y exigieron a Hades que dejara regresar a Perséfone junto a su madre.

Pero había un problema: durante su estancia en el inframundo, Perséfone había comido unas semillas de granada, ofrecidas por Hades. Y según las leyes sagradas, quien se alimenta en el inframundo queda ligado para siempre a él.

Sin embargo, se alcanzó un acuerdo: Perséfone pasaría una parte del año con Hades en el mundo subterráneo, y el resto del tiempo regresaría con su madre a la superficie. Así nacieron las estaciones:

  • Cuando Perséfone está en el inframundo, Deméter llora su ausencia, la tierra se enfría, se seca, entra en letargo.
  • Cuando vuelve a la superficie, Deméter se alegra, y todo florece: es primavera, es vida renacida.

En algunas versiones más profundas del mito, no fue solo el acto de comer granada lo que selló su destino, sino el conocimiento adquirido en el inframundo. Perséfone ya no era una doncella inocente. Había visto lo que no debía verse, había sentido el peso del inframundo, y ahora era portadora de un secreto. No podía contar lo que sabía, pero tampoco podía olvidarlo.

Ese saber la convirtió en una figura liminal: reina de lo oculto, pero también símbolo del retorno. Alguien que pertenece a dos mundos, y que entiende los ciclos de muerte y renacimiento como nadie más.

La Sacerdotisa: la fase subterránea del alma

En el Tarot, La Sacerdotisa puede representar ese tiempo de retiro, oscuridad y conexión con lo invisible. Sentada entre dos columnas, custodiando el velo de los misterios, encarna el momento del descenso al mundo interno, donde no hay acción visible, pero sí una gestación profunda.

Como Perséfone en el inframundo, La Sacerdotisa sabe, pero no revela. Es la que ha atravesado el umbral y ha vuelto con conocimiento sagrado, pero no puede (o no debe) hablarlo. Solo lo guarda. Solo lo transmite a quien esté preparado. Es una figura liminal, una especie de vigía entre los mundos, que no pertenece del todo ni a la luz ni a la sombra.

Así como Perséfone, ella también ha comido la granada: ha aceptado el vínculo con lo oculto, y ahora es parte del misterio.

La Emperatriz: el regreso a la superficie y la fecundidad

En contraste, La Emperatriz es vida en expansión. Es la tierra fértil, la madre nutricia, la energía que da forma a lo invisible. Si seguimos la analogía, representa el regreso de Perséfone al mundo, donde lo que se gestó en la oscuridad ahora florece en la superficie.

La Emperatriz es expresión, creación, sensibilidad encarnada. Ya no hay secreto: hay manifestación. Es la semilla que brota después de haber sido sembrada en la profundidad.

Las granadas: un símbolo que une los dos mundos

Y aquí es donde aparece algo que noté de manera completamente intuitiva: las granadas están presentes en ambas cartas.
En La Sacerdotisa, aparecen bordadas en la cortina que protege el velo del Templo. En La Emperatriz, están estampadas en su vestido, entre flores y trigo.

Este detalle visual me hizo pensar que quizás, en algún nivel simbólico, el Tarot también vincula a estas dos figuras a través del mito de Perséfone, usando este fruto como hilo conductor. Las granadas representan el vínculo con el inframundo, pero también con la transformación, el poder femenino y los ciclos.

Ese pequeño símbolo me ayudó a verlas no como cartas separadas, sino como dos fases de un mismo proceso interior: el de toda persona (especialmente mujeres) que ha descendido a sus propias sombras, ha recogido sabiduría, y luego ha vuelto a la vida con una nueva conciencia.


¿Conocías esta relación entre las cartas y el mito?
¿Alguna vez sentiste que estabas transitando ese pasaje de Sacerdotisa a Emperatriz?
Te leo en los comentarios 🌺

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